Ximena Villagrán es una periodista guatemalteca y actualmente directora de Operaciones de la Fundación Maldita.es. Especializada en periodismo de investigación, datos y gestión de medios, conversamos con ella en el Blog de la AEFr

“En un contexto donde la desinformación crece y las certezas se tambalean”, recomienda a las organizaciones del Tercer Sector que “hay que mostrar más, contar y explicar mejor el qué se hace y cómo se hace. El trabajo no puede quedarse solo en la acción; tiene que traducirse también en construir confianza día a día.

Ximena participará en el XXIII Congreso de Fundraising en la sesión “Desinformación y tercer sector: verificar para promover la integridad de la información y generar confianza”.

Desde tu experiencia, ¿cómo afecta la desinformación al Tercer Sector?

La desinformación puede hacer mucho daño al Tercer Sector porque erosiona la confianza, que es nuestro mayor activo. Muchas organizaciones trabajan duro, de manera transparente y con pocos recursos, y una narrativa falsa o un bulo puede poner en duda todo ese esfuerzo. Además, afecta a las personas que dependen de nuestro trabajo. Combatir la desinformación no es solo defenderse, es proteger a quienes servimos.

¿Qué herramientas tienes las ONG para combatir la desinformación que aparece sobre ellas y los ataques que sufren sobre su actividad? ¿Es recomendable mantener un perfil bajo o responder a los ataques?

Creo que lo primero es tener buenas prácticas de comunicación: ser transparentes, accesibles y coherentes. También es fundamental monitorear lo que se dice de nosotros y actuar rápido si aparece desinformación. No siempre hay que responder a todo, a veces, amplificar un bulo puede ser peor (y en el t del Congreso de Fundraising), pero cuando un ataque afecta directamente a nuestra credibilidad, es importante contestar de forma clara y lo más importante con datos y hechos.

¿Cómo puede el Tercer Sector convertirse en un actor activo en la promoción de la integridad informativa?

Hay mucho terreno ganado: muchas de las organizaciones del Tercer Sector son entidades en las que la gente confía.  Ahora, además de defender la misión de cada uno, se puede promover una ciudadanía crítica, que posee herramientas y conocimiento para tomar decisiones informadas.

Para esto debemos fomentar la transparencia, apostar por la educación mediática y crear espacios donde las personas puedan informarse. Y no menos importante, debemos asumir la responsabilidad sobre cómo manejamos y difundimos la información desde nuestras propias organizaciones.

El Edeleman Trust Barometer sitúa a las ONG como las organizaciones más confiables (58%) por detrás de las empresas (62%) y por delante de los gobiernos y los medios de comunicación (52%). ¿Qué le dicen estos resultados? ¿Las ONG tienen que intentar hacerse valer más para que la ciudadanía conozca su rol para afrontar los desafíos sociales y medioambientales?

Estos números muestran que ante el escenario general de desconfianza, el Tercer Sector puede ser una referencia de confianza, pero también nos recuerda que no podemos dar nada por sentado. En un contexto donde la desinformación crece y las certezas se tambalean, hay que mostrar más, contar y explicar mejor el qué se hace y cómo se hace. El trabajo no puede quedarse solo en la acción; tiene que traducirse también en construir confianza día a día.

¿Qué buenas prácticas de comunicación recomendarías a las organizaciones sociales para prevenir la desinformación y generar confianza?

Primero, la transparencia: contar no solo los éxitos, sino también los retos y los errores. Segundo, la escucha activa: saber qué preocupa a tu comunidad. Tercero, la coherencia: que lo que dices y lo que haces vayan siempre de la mano. Y cuarto, ser claros y sencillos al comunicar: enredarse en tecnicismos o burocracia solo aleja a la gente. Y, por supuesto, invertir en formar a nuestros equipos en detectar y responder a la desinformación.

En un contexto tan saturado de contenidos, ¿qué te da esperanza? ¿Dónde ves señales de avance frente a la desinformación?

Me da esperanza ver que, en espacios como este Congreso y en muchos otros donde se toman decisiones importantes, cada vez se abren más debates sobre cómo afrontar la desinformación. Es cierto que probablemente llegamos tarde —y hoy estamos viendo en directo las consecuencias de no haber actuado antes, por muchas razones—, pero el hecho de que ahora más actores se sumen a esta conversación abre una oportunidad real: que más personas puedan acceder a mejor información y contar con más herramientas para defenderse.

¿Por qué no hay que perderse el XXIII Congreso de Fundraising?

Porque es un espacio necesario para repensar estrategias, compartir aprendizajes reales y explorar nuevas formas de colaboración. El Congreso ofrece la oportunidad de aterrizar ideas concretas, construir respuestas colectivas y mirar hacia adelante de manera más estratégica.